Al lado de “educación” solemos escuchar una serie de palabras que van desde que “la cosa así no va más”, hasta que “hay que volver a la escuela que era antes”. Nosotros no vamos a confirmarlas ni desmentirlas. Lo que nos interesa es ver que onda: dar clase es un laburo, si, pero también es una intervención, una manera de componer y hacer mundo en un entorno precario. ¿Qué significa ponerse en conexión con ese territorio vivo que es el aula? ¿Hay una nueva forma de ser docentes? ¿Cómo operan ciertos saberes y códigos que arrastramos de otras experiencias, sean fuerzas generacionales o el género de cada uno? A partir de estas exploraciones urgentes, buscamos enlazar con otras reflexiones y secuencias vividas, para esbozar algunas ideas y puntas de las cuales seguir tirando...

martes, 17 de septiembre de 2013

Ver qué onda / Editorial

Al lado de “escuela” solemos leer, escuchar, comentar, etc., una serie de palabras tales como desfondamiento, agotamiento, reconfiguración, crisis... No vamos a confirmarlas ni desmentirlas, tampoco agregar más a la lista como si se tratase de sellos en la planilla de un trámite. Queremos compartir, poner en discusión, abrir, algunos textos sobre qué es hoy una escuela para nosotros. Partimos de la experiencia que tenemos de laburar dando clases en distintos lugares (de Capital y del conurbano, estatales y privados) y de ahí es que fuimos armando esta serie de imágenes, ideas, reflexiones.

Decimos escuela para simplificar: se sabe, se trata de una Institución, de un dispositivo escolar, de la educación, de la transmición de saberes, de la relación entre la adultez y la infancia, etc. La premisa es siempre poner todo bajo signos de preguntas, o no dar nada por sentado. La propia condición de quienes transitamos estos lugares (laburante a mil por hora, con fuertes dosis de precariedad, cansancio, soledad como regla, estrés, el problema de estar lidiando con fuerzas más grandes que lo que “un docente” puede alojar), sumada a la configuración de estos lugares en sí, de las instituciones (también con sus dosis de precariedad, improvisación, falta de recursos –materiales y humanos–, soledad también con respecto a otras políticas y enfoques, etc.), hacen que sea difícil hablar de “La Institución” o “La Escuela”, como también “el Docente” o “los Directivos” todos los términos viven reconfiguraciones y recombinaciones constantes, se van armando, desarmando; y sus consistencias son variables. No obstante, lo cierto, lo que retorna siempre aunque con mil rostros, es que todos los días nos vemos las caras con decenas de pibes y pibas en un aula, que recorremos pasillos, patios y salas de profesores, que quemamos pestañas y horas preparando clases, pensando formas de encarar un tema, buscando recursos. ¿Qué les pasa por la cabeza a los chicos? ¿Por qué van a la escuela? ¿Les sirve? ¿Cómo se podría refundar la escuela? ¿Qué podemos nosotros ahí adentro?