La piba del cutter 

Entra corriendo una profesora a la preceptoría. Era una tarde de agosto.

-          Chicas, hay una alumna llorando en el pasillo con un cutter en la mano!!-  grita

Salgo corriendo a ver que sucedía. Era una alumna de 5to año. Tenía su rostro cubierto por sus largos cabellos negros. Me acerco, le corro el pelo de la cara, la miro. Estaba con la mirada perdida, llorando desconsoladamente.

-          Tranquila, estoy acá. ¿Qué te pasó?

-          Vinieron a molestarme unos pibes que ni conozco, me vinieron a cargar por Lelouch.

Yo que conocía un poco de lo que me estaba hablando, tomé su mano, le saque el cutter y le pedí que me acompañe a la oficina para charlar.

-          No lastimé a nadie – Me dijo, sin poder dejar de llorar.

Camino a la preceptoría, me vinieron algunas imágenes de ella a la cabeza. Especialmente de una situación que había vivido unos meses atrás, en un viaje de estudios que hice con su curso. Estábamos en Rosario, ya habíamos llegado de la excursión al Monumento a la Bandera. Estaban todos los alumnos en grupos. Algunos jugando a las cartas, otros al fútbol o al voley. De repente la veo lejos, caminando sola con un cuaderno y un lápiz en sus manos. Me acerco y veo que estaba triste. Me muestra lo que escribió. Era una cuento que hablaba de una chica muy solitaria, muy inteligente pero que estaba triste, que sentía que su vida ya no tenía sentido por la muerte de Lelouch, un personaje de Animé del cual ella era fanática. La carta no la recuerdo bien, pero había palabras de amor, de odio y de dolor. Todo eso le había generado la muerte de este joven al cual admiraba desde hace algunos años.

 Lelouch, por lo que me contó Sofía (cambiamos su nombre para preservar su identidad) era un joven que lideraba una rebelión. Un joven apasionado, con un hermano al cual cuidar y proteger. Lideraba un grupo de rebeldes que querían oponerse a un imperio. Su deseo era “dejarle” un mundo mejor a su hermano. No recuerdo bien la historia, pero llamaba la atención cómo ella recordaba cada detalle, cada momento de la vida de él. Constantemente decía que nadie la entendía mejor que Lelouch, que este joven era su mejor amigo. Que miraba la serie con su hermana y ambas seguían paso a paso lo que sucedía en la historia. Comentó también que estudiaba japonés,  para poder ver los dibujos en idioma original.

Nos sentamos a charlar acerca de lo sucedido. Pero no dejaba de llorar. No le dolía, según ella, tanto que la hubiesen molestado, sino que no toleraba recordar que “su amigo” había muerto. Hablamos nuevamente de la historia. Honestamente no recordaba muchos detalles de quien era este personaje. Pero si hay algo que sabía era que Sofía solo hablaba conmigo, con ningún “adulto referente” más. Así que sin problemas me contó nuevamente la historia. Pero yo necesitaba conocerla más a ella. Hablamos de su familia, del colegio (es una alumna de excelentes calificaciones), y de sus amigos.

-          Sofi, ¿Tenes amigos? – le pregunté

-          ¿En esta realidad? – me dijo naturalmente.

Me costaba entenderla, pero empezó a explicarme sin ninguna dificultad, que ella tenía amigos “en este mundo” como algunos compañeros de curso y su hermana, pero que también los tenía “en otro mundo”, en ese al que nosotros no estamos invitados. Son sus amigos de la serie, como Lelouch y su hermano, entre otros. Por eso, no podía soportar que ya no lo vería mas a Lelouch, sentía que la había traicionado, que la había abandonado. A ella, al hermano en la serie y a su propia hermana, que tenía los mismos sentimientos hacia Lelouch.

Sofía se sentía sola, se sentía mejor en esa “otra realidad”. Su consuelo era escribirle cartas a su amigo, todos los días.

Tardó horas en calmarse, quedándose conmigo un rato largo.

La tarde siguió para mi de una forma muy extraña. Mi cabeza estaba mitad en sus palabras, mitad en la locura de los directores, preceptores, profesores que lo único que podían decir era:

-          Estos pibes están cada vez mas locos..- dice una profesora por ahi

-          Un día van a sacar un arma y nos pegan un tiro- acota otra

-          ¿Sabes el quilombo que podemos tener por esta piba!!!?? Ya hay que hablar con la rectora. – El asistente de dirección

-          Yo que el padre de los pibes le hago juicio a la escuela

-          Esto es como pasa en EEUU…

Yo trataba de entender a la joven, y me resultaba muy difícil. Al llegar a casa no podía dejar de buscar quien era Lelouch, por qué ella  se identificaba tanto con él, por qué buscaba otra realidad, contra quien ella luchaba…

Al día siguiente Sofía trae unas cartas que les había escrito a Lelouch. En la última que escribe ella cuenta que quería “irse con él”.

En los días que siguieron, buscaron tratar de “reubicar” a la alumna en la actividad escolar. Sanción mediante (tuvo que hacer una especie de probation en biblioteca), se le solicitó volver a clases, se habló con sus compañeros, con sus padres y hasta con su terapeuta. Todo lo que exige el “trabajo en esta institución” según los directivos de la escuela. Tratar de insertar nuevamente a Sofía en la “realidad escolar”.

El suceso, los comentarios de Sofia, el cutter y todo lo demás quedó para muchos como una simple anécdota de lo que “te puede pasar si miras mucho animé”.